Muchísimas gracias.
Tomen asiento, por favor.
Muchísimas gracias amigas y amigos del priismo.
Gracias por estas muestras y expresiones de solidaridad, de apoyo para su compañero de partido, y quien hoy tiene la muy honrosa responsabilidad de ser el Presidente de México.
Me da mucho gusto saludar al dirigente nacional de nuestro partido, a Enrique Ochoa, en quien reconozco el mensaje que ha transmitido hoy al priismo, porque deja ver, detrás de toda esta crónica que ha hecho, de todo este recuento de logros que el PRI ha tenido a lo largo de su historia, de sus 88 años, nos deja ver, para quienes militamos con orgullo en este instituto político, la trascendencia, el alcance que tiene la fuerza de la unidad de los priistas.
Hoy la dirigencia, sus sectores, sus organizaciones del partido, tiene la gran responsabilidad de armonizar y conducir los esfuerzos del partido a un solo objetivo: a ganar por México.
Distinguidas y distinguidos integrantes de la dirigencia nacional de nuestro partido.
Muy respetados señores Gobernadores de las entidades federativas gobernadas hoy por el PRI.
Señores Coordinadores Parlamentarios del Senado de la República y de la Cámara de Diputados.
Muy apreciados expresidentes nacionales del PRI.
Saludo a mis compañeros integrantes del Gabinete del Gobierno de la República, que tienen su militancia en nuestro partido.
A las y los Legisladores Federales que están hoy aquí presentes. Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados.
Alcaldes; a Presidentes Municipales.
Gracias a esta voz de la juventud priista, de la niñez priista.
Saludo a esta gran representación de los sectores de nuestro partido.
Saludo a los representantes de los trabajadores de México, que están hoy aquí presentes.
A quienes representan a los campesinos de México; a quienes representan a los sectores populares de nuestro país; a quienes representan a las mujeres de México, y a los jóvenes de nuestro partido.
Saludo a toda esta gran representación de la familia priista.
Y yo estoy con las mujeres de México, también.
Me emociona estar en ésta, la casa de los priistas. En este emblemático e histórico Auditorio Plutarco Elías Calles, de la sede de nuestro partido, para celebrar de manera sobria, de manera austera, pero significar los 88 años de vida institucional de nuestro partido.
Regresar a casa, como lo hago ahora, después de largas jornadas de trabajo es siempre momento de disfrutar de la compañía de nuestra gente, para compartir lo mejor de nosotros, y recargarnos de energía. Estar con los nuestros permite renovar el ánimo para emprender con fuerza las siguientes jornadas.
Estos son sentimientos que me reconfortan y que vivo cada vez que regreso aquí, a mi casa política, a la sede de mi partido, en el que orgullosamente milito, el mejor partido de México, el Partido Revolucionario Institucional.
Y más aún cuando en este mismo auditorio celebramos juntos la noche del 1 de julio del 2012, el triunfo del PRI y su regreso a la Presidencia de la República. Aquí volveremos a festejar, estoy seguro, en el 2017 y en el 2018.
Abrazo con toda mi gratitud y con todo mi afecto a la gran familia priista que hoy se reúne para conmemorar el aniversario de nuestro instituto político.
Desde aquí, también saludo, con este mismo reconocimiento y gratitud a todo el priismo nacional: a las mujeres, a los jóvenes y a los hombres del priismo, que militan con orgullo, que dan lo mejor de sí en su diario quehacer, pero siempre portando los colores de nuestro partido.
Hoy es un día para reconocer y felicitar ampliamente a todas y a todos los priistas de nuestro partido.
Éste no es un aniversario más. Es un 4 de marzo que se da en una importante coyuntura. Tenemos muy cerca, casi a sólo tres meses de distancia, las elecciones en los estados de Coahuila, México, Nayarit y Veracruz; cada una de ellas es muy importante por sí misma y, en su conjunto, son la antesala de la elección presidencial de 2018.
Esa es la trascendencia de este aniversario, que hoy nos reúne para cerrar filas y prepararnos con todo para las batallas que vienen.
En 88 años de vida institucional, el PRI ha estado en los momentos cruciales de México, ha sido protagonista de las grandes hazañas de nuestra historia reciente. En ese lapso, el PRI, una y otra vez, ha sabido adaptarse, levantarse cuando ha sido necesario y salir a triunfar por el bien de México.
Nuestros contrincantes, por su lado, una y otra vez nos han subestimado. Olvidan de qué está hecho el partido más fuerte y más grande de México. Se les olvida que los militantes del PRI son mujeres y hombres que amamos a nuestra Patria y que siempre daremos todo por defenderla.
Mientras esos partidos se encaminan a la división, a las pugnas internas o a la demagogia autoritaria, nosotros nos mantenemos cohesionados y con la unidad necesaria para vencer; y para servir a México con responsabilidad.
Hoy, más que nunca, la unidad, la disciplina y la lealtad partidista nos deben distinguir.
Sé que la vida del militante siempre es demandante. Hay momentos en los que parece que las puertas y las oportunidades no se abren como uno quisiera. Y lo puedo compartir a partir de mi propia experiencia. Así me pasó en el pasado. Cuántas, y hay quien me acompañó en aquel entonces, quien es el hoy Coordinador de los Diputados, César Camacho.
Él recordará y él fue testigo de cuántas veces no busqué ser el abanderado de mi partido para representarle en un Distrito local allá, en mi tierra. Y no fue sino hasta la cuarta ocasión que trabajé para ese propósito.
Ese es el espacio de oportunidad que ofrece el PRI a sus leales militantes: el poder servir, el poder servir desde muy diversas responsabilidades a nuestro país.
En cada militante priista, me consta, hay talento, disciplina y pasión por servir.
Por eso, a los dirigentes del partido, a nuestros candidatos y gobernadores les digo: Trabajen por la inclusión. Todos los priistas leales, comprometidos y honestos, con deseos de servir y cercanos a la gente, deben tener cabida en nuestro partido.
Los actuales momentos no son de divisiones, ni de esfuerzos aislados. Son momentos de sumar. Es tiempo de que las organizaciones y sectores del partido agiten y muevan a la base militante y de simpatizantes.
Es momento de que el partido se vea y se escuche en todos los rincones del país.
Es momento de que las dirigencias estatales y nuestro Comité Ejecutivo Nacional se articulen como un solo cuerpo que camina en la misma dirección: hacia un triunfo contundente.
Los tiempos de hoy demandan que estemos por encima de intereses personales o de grupo y trabajemos como un solo equipo, el equipo del PRI, el equipo de México.
Este aniversario también debe servir para recordarnos que, el nuestro, es el mejor partido de México; es el partido que mejor refleja la diversidad, el talento y las aspiraciones del país.
El nuestro es un partido con historia, pero, sobre todo, es un partido que ha hecho historia.
Sólo nuestro partido, y ningún otro, es el que ha creado las grandes instituciones de México. Y que, hay que decirlo claro, es el partido que ha dedicado sus esfuerzos políticos para impulsar las grandes transformaciones.
El PRI ha sido promotor incansable de derechos y libertades políticas, de oportunidades y realizaciones para los mexicanos.
El PRI ha sido el gran constructor de la infraestructura nacional.
El PRI ha sido el promotor de la modernización económica y de nuestra apertura al mundo.
El PRI ha sido el factor decisivo del desarrollo nacional.
Tengamos presente este legado. El PRI ha sido un factor de desarrollo y, sobre todo, ha sido la principal fuerza de cambio para el país.
Ningún otro partido ha promovido y concretado tantas transformaciones como lo ha hecho el PRI. Y es que, a diferencia de los otros partidos, los priistas sabemos que las grandes transformaciones no empiezan de cero, parten de lo que ya se ha avanzado y de lo que tanto trabajo nos ha costado a todos, como Nación, construir.
Decía Jesús Reyes Heroles: quienes no conservan algo del pasado, difícilmente construyen algo para el futuro.
Por eso, fieles a nuestra tradición, el PRI sigue y seguirá encabezando el cambio profundo y positivo de México en el Siglo XXI.
Tengo el honor y el enorme privilegio de ser un Presidente de la República emanado del PRI, arropado por el PRI y muy orgulloso del PRI.
Como priista, soy un Presidente convencido de la importancia de transformar al país, de actualizar sus instituciones para hacer frente a los nuevos, exigentes y cambiantes desafíos.
En esta misión transformadora me ha guiado, me ha impulsado y me ha respaldado mi partido.
En todo momento me han acompañado mis compañeras y compañeros priistas, desde diversos espacios, tanto dirigentes y líderes partidistas.
Como gobernadores y presidentes municipales, tanto legisladores en el Congreso de la Unión, como militantes en cada distrito y en cada sección, los priistas han respaldado a su amigo, a su compañero de partido y a su Presidente.
Valoro y reconozco su apoyo, especialmente a quienes han enfrentado costos políticos, derivados de los grandes cambios que estamos impulsando.
Es cierto, muchas decisiones han sido difíciles; otras, no han sido populares, pero todas han sido tomadas por el bien de México.
No hay que olvidar por qué y, sobre todo, para qué buscamos acceder a la responsabilidad política que hoy tenemos.
Llegamos a romper inercias para transformar y no sólo administrar. No somos el partido que patea el bote o nada de muertito; tampoco somos el partido que engaña con ilusiones y promueve la división. No, señores.
El PRI, como lo decía Luis Donaldo Colosio, es el partido del cambio con responsabilidad.
A diferencia de los últimos gobiernos de la oposición, nosotros sí nos atrevimos a asumir los costos y a tener la audacia para impulsar las grandes transformaciones del país. Entendimos que la popularidad es efímera, mientras que el ejercicio de la responsabilidad trasciende en el tiempo.
Sí, claro que podíamos haber evitado un conflicto con quienes querían mantener estancada la educación y conservar sus privilegios. Pero ello, habría sido una imperdonable injusticia con nuestros niños.
El Estado también podría haberse mantenido doblegado ante los grandes monopolios económicos, pero eso habría sido otra injusticia con las familias mexicanas, que seguirían pagando elevados costos por los servicios que consumen.
Sí, podíamos habernos cruzado de brazos y dejar que nuestro sector energético entrara en una etapa crítica. Pero, en cambio, decidimos transformarlo para asegurar nuestra soberanía energética.
Y este año, también hubiéramos podido evitar los costos políticos del aumento en el precio de la gasolina, costos que otros partidos en el pasado no quisieron asumir. Pero ello, hubiera significado recortar programas sociales o poner en riesgo la estabilidad de toda la economía nacional.
Si algo quedó demostrado en enero de este año, es que la oposición sigue sin estar lista para ser gobierno. Sin distinción de colores, exhibieron su oportunismo político, demandando subsidiar a la gasolina.
Con ello, evidenciaron su total desconocimiento de las finanzas públicas del país, su falta de visión de Estado o simple y llanamente que están dispuestos a sacrificar la estabilidad económica del país para ganarse un aplauso y un respaldo fácil.
En síntesis. Los priistas pudimos habernos evitado muchos costos políticos estos años, pero ello habría significado traicionar a los mexicanos, que nos eligieron para cumplir con un programa de transformación nacional.
En el PRI sí entendemos que el poder sólo sirve si le sirve a la gente. Entendemos que actuar con vocación de Estado, exige anteponer el supremo interés de la Nación a cualquier otro interés.
Con este mismo sentido de responsabilidad de Estado, hemos asumido el desafío de construir una nueva relación con el Gobierno de Estados Unidos.
Los valores nacionalistas de nuestro partido nos alientan a la defensa de nuestra soberanía y de nuestra dignidad como país.
Hemos actuado, sí, con diplomacia y al mismo tiempo con firmeza. Hemos ofrecido y exigido respeto.
Con diálogo, hemos dejado en claro qué buscamos y qué no aceptamos. Y, sobre todo, hemos hecho un compromiso firme y decidido con nuestros connacionales en los Estados Unidos.
Ahí, donde se encuentre un mexicano, ahí estaremos. Ahí estará un Gobierno de origen priista para respaldarlos y defenderlos.
El mensaje que le debe llegar a nuestros paisanos es que no están solos; que, así como ellos nunca se han olvidado de México, hoy, México entero está con ellos.
Pero a México no sólo hay que defenderlo del exterior, de hecho, hay que defenderlo aquí mismo.
Hoy nuevamente hay riesgos de retroceso. Al igual que hace seis años, están resurgiendo las amenazas que representan la parálisis de la derecha, o el salto al vacío de la izquierda demagógica.
No olvidemos el estancamiento del que veníamos, ni el riesgo real de perder lo que hemos logrado construir como país en las últimas décadas.
Sí, compañeras y compañeros priistas:
Hoy, México nos convoca nuevamente. Una vez más tenemos que salir a defender el avance del país y el bienestar de su gente. Es un reto que debemos asumir con toda responsabilidad y con profunda seriedad.
Quiero decirles que lo que está en juego es mucho más que una elección. Lo que se estará decidiendo en las urnas éste y el próximo año es, literalmente, el futuro de México.
Lo que está en riesgo es la educación de calidad que merecen nuestros niños. Lo que está en riesgo es que nuestros jóvenes encuentren un empleo, como hoy sí lo están haciendo. Lo que está en riesgo es la modernización de nuestro sector energético y de telecomunicaciones, el acceso a créditos baratos y la estabilidad misma de la economía nacional.
En 2017, las contiendas electorales estarán en Coahuila, en el Estado de México, en Nayarit y en Veracruz.
Pero la disputa por el futuro del país ya está presente y se siente en todo el territorio nacional.
Nuestro partido tiene que hacer un buen gobierno, donde está en el poder, y debe ser una activa y seria oposición donde el voto no nos favoreció.
En particular, en los estados donde habrá elecciones, tenemos que salir al encuentro de la gente y reafirmar la confianza ciudadana en nuestro partido.
Tenemos que escuchar, entender y atender las necesidades de la población.
Vayamos a refrendar la confianza como los priistas sabemos hacerlo: en las calles, en las plazas y mercados, puerta por puerta, y siempre al lado de la ciudadanía.
Nuestro único plan y nuestra única estrategia debe ser ganar y ganar por México.
La mayor fortaleza del PRI está en nuestra unidad, en nuestra pasión por servir y construir para México; está en enfrentar a los adversarios con determinación y firmeza.
Nuestra fortaleza está en trabajar con absoluta pasión y entrega total para triunfar, convencidos de que somos la mejor opción para México.
El PRI es un partido que sabe acordar, que pacta para gobernar y para transformar.
Pero que quede bien claro: nunca, pero nunca pactará para dejarse derrotar. Nosotros, los priistas, y está en nuestra genética, siempre salimos a ganar.
En el PRI jamás asumimos victorias anticipadas para otros. Por el contrario. Es cuando mejor vibramos, cuando nos ponemos de pie, cuando trabajamos con todo fervor y con toda pasión; y más cuando se trata, insisto, de defender a México.
El PRI es un partido profundamente mexicano, que se la juega invariablemente por México y defiende a la Nación.
En 2017, vamos por cuatro triunfos, claros, contundentes e inobjetables: vamos a ganar en Coahuila, en el Estado de México, vamos a ganar en Nayarit, vamos a ganar en Veracruz.
Y con esos triunfos vamos a ganar por México.
Vamos a ganar por México.
Vamos a ganar por México.