DISCURSO | Ciudad de México Miércoles, 19 de octubre de 2016

Discurso de Aurelio Nuño Mayer, en la ceremonia por el LXXI Aniversario Luctuoso del General Plutarco Elías Calles

Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.

Saludo con mucho gusto y con mucho respeto al licenciado Fernando Elías Calles, representante de la familia Elías Calles. Saludo también, con muchísimo gusto, al doctor Enrique Ochoa Reza, presidente del Comité Ejecutivo de nuestro partido, del Partido Revolucionario Institucional. Saludo también, con mucho gusto, a la diputada Carolina Monroy del Mazo, secretaria general del Comité Ejecutivo del PRI.

Saludo también, con mucho gusto, a la senadora María Cristina Díaz Salazar, secretaria general de la CNOP. Saludo también al senador Manuel Humberto cota Jiménez, presidente de la CNC. Senador, muchas gracias. Saludo también, con muchísimo gusto, a don Carlos Aceves del Olmo, secretario general de la CTM. Muchas gracias, don Carlos, por estar hoy aquí con nosotros. Saludo también, con mucho gusto, a la licenciada Beatriz Pagés Llergo Rebollar, secretaria de Cultura del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

Agradezco profundamente este honor y esta invitación que me ha hecho, a la familia Elías Calles; al Fideicomiso Archivo Plutarco Elías Calles y Fernando Torre Blanca; por supuesto, de manera muy particular al licenciado Fernando Elías Calles. Muchas gracias por este honor y esta invitación, y desde luego al presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, al doctor Enrique Ochoa Reza.

Muchas gracias a todos por distinguirme con este honor, en esta tan importante fecha para todos nosotros.

Era primero de septiembre de 1928. Habían pasado menos de dos meses del asesinato del presidente electo Álvaro Obregón y Calles tenía frente a sí a un Congreso impaciente por escuchar una voz que en medio de la tormenta mostrara un camino. Estaba en juego el futuro del país.

El general Calles sabía que era el momento de dar el paso decisivo a favor de las instituciones, para la paz, la estabilidad y el desarrollo.

Desde la tribuna, con profunda convicción, se dirigió a la audiencia que lo escuchaba y habló de una oportunidad para México en medio de la tragedia.

Dijo: Por primera vez en la historia nos enfrentamos a una falta de caudillos. Este hecho debe y va a permitirnos orientar definitivamente la política del país por rumbos de una verdadera vida institucional. Podremos pasar de una vez por todas de la condición del país de hombres a la nación de instituciones y leyes.

Con esas palabras Plutarco Elías Calles trazó la ruta, al señalar que la paz, el desarrollo y la inclusión son la fuerza del progreso.

Sin lugar a dudas el general Calles se erigió como el gran arquitecto de las nuevas instituciones que emanaron de la Revolución Mexicana y como el gran constructor del Estado mexicano del siglo XX.

Como expresó el historiador británico Alan Knight, de las cenizas de la Revolución emanó un estado más fuerte y estable que el del régimen porfirista, e incluso más vigoroso que los estados latinoamericanos de esa época.

Ese nuevo Estado fue, en gran medida, resultado de la visión de Plutarco Elías Calles.

Con el objetivo de pacificar la Revolución, estabilizar al país y educar para el desarrollo.

Para lograr ese propósito, en primer lugar, Calles rediseñó las relaciones políticas del México postrevolucionario. Incluyó a quienes habían sido excluidos en el régimen porfirista, de manera central campesinos y obreros, así como a nuevos grupos de comerciantes, industriales y empresarios.

Convencido de la prevalencia de las instituciones por encima de las personas, limitó el poder y la influencia de los caciques. Esto le permitió consolidar un Estado nacional coherente, a diferencia de la fragmentación que había dejado la Revolución.

En segundo lugar, creó un conjunto de instituciones políticas y económicas orientadas a detonar la reconstrucción y el desarrollo de México.

Desde el inicio de su gobierno, el general Calles advirtió la urgencia de estabilizar la economía del país. Por un lado, llevó a cabo una reforma fiscal para sanar las finanzas y realizó la primera convención nacional fiscal para reorganizar las relaciones hacendarias entre la Federación y los estados, y por el otro lado creó al Banco de México para recuperar el control de la política monetaria, dándole atribuciones, además de emitir billetes, de regular la circulación monetaria, las tasas de interés y el tipo de cambio.

Aunado a lo anterior, Calles advirtió la importancia de invertir en infraestructura física para el desarrollo, logrando incrementar significativamente los presupuestos en esta materia.

Creó instituciones de fomento, como la Comisión Nacional de Irrigación, la Comisión Nacional de Caminos, las cuales permitieron el despliegue del sistema de riegos, el arranque de la construcción de carreteras y la reorganización de los ferrocarriles en México.

Calles también invirtió en el campo, con apoyo al crédito rural. En ese contexto el Banco Nacional de Crédito Agrícola y nueve bancos regionales con la misión de canalizar el crédito rural a sociedades cooperativas agrícolas y, posteriormente, a productores individuales.

En materia jurídica, la expedición del Código Civil se convirtió en un parteaguas al equiparar la capacidad jurídica del hombre y de la mujer por primera vez en nuestro país.

Calles también emprendió una importante profesionalización de las fuerzas armadas, para que la disciplina y la lealtad fueran los principios que guiaran el quehacer del Ejército Mexicano. En sus propias palabras, dijo Calles, elevar a nuestras fuerzas armadas a una altura moral y material, a partir de su compromiso con la civilidad, conscientes de su compromiso ennoblecedor de la carrera militar en la que el honor y la fidelidad a las instituciones debe ser norma fiel y guía constante.

También, en concordancia con sus ideales republicanos, el presidente Calles fortaleció y defendió al Estado laico.

En materia de política exterior, Calles estableció una nueva relación con Estados Unidos a partir de un nacionalismo efectivo, en el que al mismo tiempo que defendió los intereses nacionales primordiales, desarrolló relaciones constructivas y mutuamente benéficas para ambas naciones.

A lo largo de su gobierno, Plutarco Elías Calles fue también construyendo el mito fundacional del Estado postrevolucionario a partir de poderosos símbolos. Esta nueva narrativa conciliaba los diversos valores emanados de la Revolución, como el nacionalismo, el agrarismo, el socialismo, con los preceptos del liberalismo de los periodos de la independencia y de la Reforma.

Todas, todas las iniciativas que conformaron la vasta obra de Calles se articulaban en torno a un gran eje rector: la educación para el desarrollo de México.

Habiendo sido maestro rural, Calles sabía que la única palanca de la equidad y la inclusión social era la educación. Por ello, desde que era gobernador de Sonora hizo de ésta su prioridad, y cito: el único remedio para curar el gran número de males que afligen a la sociedad es la regeneración por medio de una enseñanza integral. La base del porvenir es la educación.

De la mano de los maestros, aliados fundamentales de su proyecto, Calles promovió una educación útil para la vida, que uniera la teoría y la práctica de una pedagogía de aprender haciendo, en beneficio de los alumnos.

Fundó las escuelas rurales, previamente Casas del Pueblo, como eje de la integración nacional. A través de ellas se propuso poner en manos de la población rural, según sus propias palabras, las armas del progreso y de la civilización.

Expidió una ley para que en todo centro urbano donde hubiera al menos 20 niños contara con una escuela elemental; entregó útiles en la Sierra madre y dio un impulso a la formación de los maestros de México. También creó la educación secundaria con el fin de democratizar la educación, y ofrecer salidas a los jóvenes que no tuvieran la oportunidad de realizar estudios profesionales.

Toda esta gran obra que tenía como objetivo crear instituciones para la paz, la estabilidad y el desarrollo se cristalizó con la creación del Partido Nacional Revolucionario.

El partido fue el fundamento de un nuevo régimen que dio cauce institucional a la lucha por el poder y desmovilizó a las facciones revolucionarias para unificarlas.

A través del partido, Calles sobrepuso a las instituciones sobre los caciques y los caudillos.

El proyecto de nación de Calles merece especial reconocimiento, si se tiene en cuenta que fue llevado a cabo en un momento de gran adversidad.

En la década de los años 20, México vivió un boom, pero también una crisis de la industria petrolera. Entre 1921, cuando México era el segundo productor de crudo a nivel mundial, y 1927, la producción y las exportaciones petroleras se desplomaron 76 por ciento.

Al igual que hoy, las finanzas públicas dependían de manera importante de la renta petrolera. Si al inicio de la década de los 20, el gobierno recibía 33 por ciento de sus ingresos del crudo, para 1927 la crisis había reducido esta cifra a tan solo 12.5 por ciento.

A nivel internacional, la década de los años 20 se caracterizó por un entorno volátil y convulso. Las relaciones con Estados Unidos se vieron marcadas por tensiones con los acreedores y las compañías petroleras. En 1927 una dura crisis golpeó a la economía mexicana, premonición de la gran depresión de 1929.

Mientras tanto, en Europa, la profunda crisis del periodo entre guerras, había dado pie a movimientos políticos y sociales cada vez más radicales y populistas que abrieron el camino para el nacional socialismo, en Alemania; el fascismo, en Italia, y el franquismo, en España.

A lo anterior se sumaban las presiones internas. Por un lado, la derecha radical velaba más por sus intereses que por la unidad y por el bien común. Por otro lado, la izquierda radical se oponía a todo y buscaba construir lo que tanto trabajo había costado construir.

Ante estos embates, la respuesta de Calles fue la búsqueda de la unidad nacional y la reconciliación entre los mexicanos profundamente divididos por la Revolución.

En ese momento histórico tan adverso, el presidente Calles logró sobreponerse en gran medida gracias a sus características personales. Comprobó ser un político eficaz y realista. Es decir, prudente pero también audaz. No habría sido realista buscar que las condiciones permanecieran estáticas. En contraparte, sí fue realista aceptar los riesgos del cambio.

Contra todos los obstáculos que enfrentó, el presidente Calles, en su papel de hombre de Estado, actuó siempre con seriedad, serenidad, audacia y determinación. Fue un político responsable que supo que lo importante no era la popularidad, sino la construcción de un nuevo Estado para alcanzar la paz, la estabilidad y el desarrollo.

Si Plutarco Elías Calles tuvo que reconstruir el Estado postrevolucionario para darle viabilidad en el siglo XX, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se ha enfrentado al reto de reconstruir el Estado mexicano tras el extravío que sufrió después de la primera transición democrática, cuando fue cooptado por poderes facticos e intereses ajenos al bien común.

El presidente de la República se ha enfrentado a este desafío con seriedad, serenidad, audacia y determinación. Con una gran visión y realismo ha sabido sobreponer el interés de México a los intereses particulares. Más allá de coyunturas políticas o la búsqueda de popularidad. Desde el inicio de su gestión, tuvo claro que a pesar de la exitosa apertura comercial y política de México en las últimas décadas, era necesario reformar una serie de instituciones económicas, sociales y políticas. Fue con esa visión que el segundo día de su gobierno nació el Pacto Por México, como un gran acuerdo democrático que permitió superar el impasse en el que se encontraba el país y sobreponer el bien común por encima de los intereses partidistas y particulares. Con una agenda ambiciosa y realista, el Pacto por México hizo cambios profundos en materia de finanzas públicas, banca, energía, telecomunicaciones, competencia económica, mercado laboral, régimen político electoral, transparencia, justicia penal y, desde luego, en educación.

En suma, los cambios impulsados por el presidente Enrique Peña Nieto han sentado las bases para construir en el siglo XXI un México en paz; un México incluyente, un México próspero, y al igual que Calles un México con educación de calidad para el desarrollo. Para lograr estos propósitos, se ha buscado incluir, como en su momento lo hiciera Calles, a todos aquellos quienes habían permanecido excluidos.

Los consumidores a través de un mayor número de productos y servicios accesibles, gracias a una mayor competencia; los emprendedores y los campesinos a través de un mayor acceso al crédito; los trabajadores informales a través de un mayor acceso a la

seguridad social y una base tributaria más amplia; los ciudadanos en general a través de un mayor acceso a las tecnologías de la comunicación y de la información.

De igual forma, ha habido una recuperación real de la soberanía energética. Gracias a inversión privada, siempre manteniendo la rectoría del Estado, lo cual ha permitir reducir los precios de la energía para los hogares y para la industria mexicana. Se han realizado inversiones inéditas en la infraestructura del país, como por ejemplo el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

Como en su momento, el proyecto de Calles, los esfuerzos de este gobierno se articulan en torno a un gran eje rector: la educación. El objetivo es construir de la mano de los maestros, aliados fundamentales de este proyecto, un nuevo sistema educativo que incluya a quienes habían quedado excluidos. Los niños y los jóvenes que ahora tendrán acceso a una educación de calidad; los maestros que ahora podrán progresar a partir de su propio mérito; los padres de familia que ahora tienen mayor espacio y participación; y, por supuesto, los adultos estaban en rezago educativo ahora tendrán más oportunidades de concluir sus estudios.

Esto implica la recuperación de la rectoría del Estado en materia educativa, rectoría que fue entregada a intereses particulares en la primera década de este siglo. Implica transformar un sistema clientelar y corporativo para crear un nuevo sistema de obligaciones y derechos claros, transparentes y sustentados en el mérito. Un sistema que permita a los maestros tener una carrera de acuerdo a su mérito, de acuerdo a su esfuerzo, de acuerdo a sus capacidades, de acuerdo a sus conocimientos para seguir evolucionando y mejorando a lo largo de su carrera, sacar a las escuelas del abandono tanto en su infraestructura como en su organización; es decir, romper con el modelo vertical y rígido de la escuela burocrática y autoritaria para construir una nueva abierta, democrática, donde los niños aprendan a aprender y sean felices.

Acabar con la simple acumulación de conocimiento y con la memorización para que los niños aprendan a razonar, porque eso nunca se olvida. Que desarrollen las habilidades y los conocimientos que requieren para triunfar en el siglo XXI.

En pocas palabras, lo que queremos, lo que buscamos, es educar para la libertad y para la creatividad. Eso, todo eso, es la Reforma Educativa.

Al igual que el Callismo en su momento, el proyecto del presidente Enrique Peña Nieto enfrenta importantes retos. El entorno internacional es complejo y volátil afectando las relaciones internacionales, la estabilidad monetaria y las finanzas públicas.

Al igual que en la época de Calles, por razones ajenas a nuestro país, la caída en los precios del petróleo, implica restricciones presupuestales importantes.

La situación política interna también implica retos, como en tiempos de Calles, hoy enfrentamos ataques populistas y demagogos, de expresiones radicales tanto de izquierda como de derecha.

Al igual que en aquel entonces, la derecha radical busca recuperar privilegios perdidos y busca sobreponer intereses particulares al bien común. De la misma manera, la izquierda radical busca destruir lo que con tanto trabajo nos ha costado construir a todos, como Nación.

Por ello, hoy como en tiempos de Calles, la respuesta a estos embates debe ser la unidad nacional y la reconciliación entre los mexicanos. Pero además requerimos de una nueva pedagogía para ejercer con responsabilidad nuestra anhelada democracia.

Una nueva pedagogía que nos permita avanzar hacia una democracia de calidad, que permita a la ciudadanía sentirse incluida en el terreno económico y social, para fomentar y consolidar con realismo los valores democráticos, la participación y la política activa, es necesario un enorme esfuerzo de todos los actores: gobierno, partidos, medios

de comunicación, organizaciones ciudadanas y centralmente la escuela.

Teniendo claro, que para ejercer una democracia de calidad lo que se necesita son instituciones fuertes y no caudillos.

No en vano, en su famoso cuarto informe presidencial, Calles advertía la amenaza que existe cuando los caudillos se imponen a las instituciones.

Y cito: “imposibilitaron, los caudillos, o retrasaron el desarrollo pacífico, evolutivo, de México como país institucional en el que los hombres no fueran, como debemos ser, sino meros accidentes sin importancia real al lado de la serenidad augusta de las instituciones y las leyes”.

Señoras y señores.

La claridad, la firmeza y el realismo del general Calles de mantener contra viento y marea y más allá de coyunturas el objetivo de reconstruir el Estado para alcanzar la paz, la estabilidad y el desarrollo son una pedagogía fundamental para nuestros tiempos.

Una pedagogía para la política de altura, es decir para la creación de sentido político, sentido para hacer nuestro el pasado, sentido para hacer inteligible el presente y sobre todo sentido para imaginar y dar dirección al futuro.

Esa política de altura es la que despliega el auténtico político. Como dijo alguna vez don Jesús Reyes Heroles y cito: “el propósito del auténtico político es crear las condiciones para hacer las cosas, para que las cosas sucedan”.

Y en ese sentido, Plutarco Elías Calles fue un auténtico político, porque creó las condiciones para reconstruir el Estado mexicano del siglo XX.

De la misma manera que hoy, el presidente Enrique Peña Nieto ha sabido crear las condiciones para hacer los cambios que exige el siglo XXI.

Hoy, como ayer, ante turbulencias internas y externas, la pedagogía que nos dejó el general Calles, la pedagogía que nos dejó el maestro Calles, es que frente al deterioro de las instituciones y la amenaza del pesimismo, no hay que resignarse, sino todo lo contrario, hay que actuar con realismo y con audacia en favor de la renovación institucional del país.

Muchas gracias.

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